Vamos a filosofar un rato. Hoy venía hablando con mi novia sobre quien debería hacerse un weblog. En realidad, trataba de convencerla para que se hiciera uno.
Recuerdo que en las jornadas de Weblogs en la empresa, el maestro Orihuela, decía que había diferentes tipos de blogs y que uno de ellos eran los que no importaban a nadie, aquellos de Hoy me he levantado y no me apetecía escribir…
. Dicen que estos blogs carecen de interés, pero yo conozco más de uno muy interesante y creo que cumplen su función. La de hablar de un tema, la de contar un secreto, la de contar tus gustos… Quizás mañana, yo busque información sobre ese gusto y contacte contigo, porque tenemos gustos parecidos.
Todo el mundo tiene algo que contar. En la Red, miles de personas navegan buscando información sobre diversos temas y muchas veces, fracasan en su intento, porque la gente no comparte su conocimiento o sus inquietudes con los demás. Los weblogs pueden ayudar mucho en ese aspecto. Son fáciles de instalar o crear y en pocos minutos, estás compartiendo con el resto de los internautas tus inquietudes, tus gustos o tus palabras.
Un weblog además, si lo tomas como algo profesional (relacionado con tu trabajo) puede servirte para investigar y aprender más y probablemente para darte a conocer. Puedes dar tu punto de vista sobre un tema y puede que alguien comente algo, te dé la razón, te lleve la contraria…
¿Pero a quien puede interesarle lo que escribo?
Pues en realidad, eso no tendría que preocuparte mucho. Está claro que lo bonito de un blog es el feedback, pero ese no tendría que ser obligatoriamente tu objetivo. Eso lo decides tú. Puede que te conformes con que tu blog sea tu diario personal o que te parecezca suficiente como un pequeño libro de anotaciones sobre tu trabajo.
Eso sí. No se trata de abrirte uno ahora en cinco minutos. Se trata de que pienses para qué lo quieres, qué vas a escribir en él. Tómate tu tiempo si tienes algo que contar, anímate. Merece la pena y puede que al final alguien te lo agradezca. Si no es así, seguro que a título personal, merecerá la pena.