Vamos a rescatar un post típico de este blog. Los carteles del festival de cine de Donostia que se presentaron ayer en Donostia. Como el año anterior, el encargado de diseñar los carteles ha sido el estudio de Oscar Mariné.
Del cartel principal, Mariné dice:
Es un gran foco, un altavoz, un proyector. Es una imponente antena que emite y recibe información y energía. Una referencia y símbolo cinematográfico.
Marine explica que el icono es de madera, orgánico. Metáfora del pueblo y la cultura vasca. Es rosa, un color que lo acerca a la vocación de modernidad del Festival y nos remite a las propuestas más jóvenes y originales del cine actual. En la edición anterior se optó por un cartel simbólico de la ciudad de San Sebastián, más clásico. Este año nos acercamos a la cultura vasca, al cine y a la juventud. Todo ello tamizado por los términos visuales de la cultura pop.
Mariné rompió con esa tradición de los últimos años de hacer guiños a películas famosas. El año pasado puso su sello, sus ilustraciones y este año arriesga con un cartel metafórico, comprensible tras leer su explicación y arriesgado frente al público en general, poco dado a intentar entender los carteles con tanto mensaje escondido.
Del de Zabaltegui dice que también respira elementos gráficos referentes a la cultura vasca, aunque esta vez la tipografía, sobria, culta, potente y elegante, es la protagonista del cartel
. De Horizontes Latinos es un recortable donde quedan reflejados elementos autóctonos de la cultura popular sudamericana
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Mario Monicelli muestra con su propia imagen toda la fuerza de un director genial
y en Japón en Negro El bueno, la chica y el malo, imagen del film japonés El perro rabioso (Akira Kurosawa, 1949) demuestra que, a veces, lo clásico supera en modernidad a muchas propuestas actuales
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